Artículo para la Revista Integra septiembre 2015 / "Sobre los Proyectos de la Universidad Anáhuac México Sur y el futuro de nuestro campus"

Estoy convencido de que las escuelas de arquitectura tienen la responsabilidad de formar arquitectos desde el hacer –“la arquitectura se aprende haciéndose”-, y en ese sentido deben participar en proyectos especiales y de vinculación cuya primera instancia sería el propio territorio, es decir: la formación comienza en casa. En eses sentido, desde que llegué a la Dirección de la Escuela de Arquitectura he procurado participar de manera sostenida en el desarrollo arquitectónico de nuestro campus como estrategia pedagógica.

Mi primer encuentro con la Universidad Anáhuac del Sur fue en 1999 cuando daba clases de proyectos allí, aunque la totalidad de nuestras instalaciones las conocí cabalmente después de visitarlas a diario desde el 2006 durante tres o cuatro años, quizás más.

Desde la escuela en 2007 empezamos haciendo proyectos menores para nuestro campus en tanto escala, mejoramientos, propuestas viables que no representaran inversiones mayores y que no comprometieran el futuro del campus, sino que lo exaltaran: un proyecto para la plaza de acceso, hoy “la Explanada”, un espejo de agua conmemorativo, una rampa de acceso a la torre 2, diseños de paisaje, la revitalización de la cafetería o un comedor de empleados que se convirtió en un espacio de receso evocador…así hasta llegar a un momento en el que coordinamos el proyecto de una Ermita (la Ermita de la Paz en 2010-2011), encargado por el entonces Rector Dr. Jorge López al Arq. Attolini Lack, acaso el último proyecto arquitectónico en el que trabajara el gran maestro Attolini.

En el verano del 2013 participábamos en la realización de un proyecto arquitectónico para un nuevo campus de la Universidad de Panamá. Un Plan Maestro que respondía a un detallado programa de necesidades integrado por varias escuelas y facultades y cuya presentación, tanto en México como en Panamá, se convirtió en una gran satisfacción que no sería más que el primer capítulo de una historia de éxito para nuestra Escuela de Arquitectura.

El 2014 fue un año muy importante para nuestra Universidad, entre otros sucesos de crecimiento, por la apertura de la Escuela de Medicina y de la carrea de Médico Cirujano. Advirtiendo la imperiosa necesidad de emplazar instalaciones nuevas en nuestro campus, y la demanda creciente de diversos espacios derivados de la visión de crecimiento y de cambio vanguardista promovidos por nuestro Rector, le propuse anticiparnos desde la Escuela de Arquitectura a la revisión y el diseño de un Plan Maestro Definitivo para nuestra Universidad (antes de tener que improvisar peligrosamente…). Con el determinante apoyo del Act. Cárdenas, la experiencia de los años anteriores y del profesionalizante caso de Panamá, nos dimos a la tarea -el verano del 2014-, de trabajar en un taller exhaustivo para producir dicho plan maestro para la UAMS. Hicimos la tarea formando equipos con nuestros alumnos que atacaron proyectos particulares además del plan maestro al que me avoqué directamente.

La diversa investigación además de un análisis cuidadoso de todo cuanto pudiera preverse para la planeación de una universidad, sumado a un exhaustivo proceso de reflexión y diseño iniciado años atrás, dieron como resultado un nuevo Plan Maestro imaginado para escenarios previsibles unos, imprevisibles los otros. Una estrategia de diseño a partir de “escenarios” o etapas que salvaguardan valores esenciales de nuestro campus: un contexto verde, exento de obras provisionales, sostenible, en un terreno de inusitada plusvalía,  pero congruente con una filosofía vigente que respetamos y mantenemos del proyecto original del Arq. Imanol Ordorika para la Universidad Anáhuac (Huixquilucan 1964): neutralidad y bajos costos de mantenimiento mediante una arquitectura contemporánea, racional y de calidad que deberá responder a nuestro momento histórico “2014 en adelante” y a nuestro privilegiado espacio geográfico, con todo lo que eso significa.

Además de las circulaciones y las vialidades actuales, de los estacionamientos, de la propia Escuela de Medicina con un posible complejo de Ciencias de la Salud, encontraron su lugar en un primer escenario: el Gimnasio Universitario, una Residencia Estudiantil, un Centro de Vida Universitaria (ese “centro magnético que allí está pero aún no existe”) la Capilla Universitaria, un edificio de Talleres y Laboratorios y todo un criterio de acabados para las torres existentes y de diseño de obras exteriores. Muy resumidamente.

A finales del 2014, (gracias a que contábamos ya con el citado Plan Maestro autorizado) la inminente urgencia de albergar nuevas instalaciones para los estudiantes de Medicina nos impulsó a “insertar” –en un tiempo record de 4 meses-  la primera pieza acorde al Plan Maestro Definitivo: el Edificio de Talleres de Mantenimiento que sirve hoy en día como Anfiteatro y Laboratorios de Medicina, que funcionan temporalmente allí en tanto se proyecta y se construye el nuevo edificio de dicha escuela, y cuyo proyecto iniciamos de igual menera a principios de este año.

¿Cómo debería ser la nueva arquitectura Anáhuac? Esa pregunta es, seguramente, a la que más tiempo hemos dedicado. Crecí en los patios del Cumbres de Rosedal 50, obra de José Villagrán García, después habité el Cumbres de Ahuehuetes, una belleza de Imanol Ordorika, y conocí la Universidad Anáhuac, en primero de preparatoria, donde después me formé como arquitecto. ¿qué tienen en común estos edificios? ¿afectaron el algo mi formación personal y académica?

El nuevo edificio de la Escuela de Medicina encuentra su emplazamiento en una zona dentro del campus que potencia la vocación de servicio a la comunidad, cerca de los accesos y salidas del complejo Universitario, a un costado del Edificio de Rectoría; se trata del primer edificio de la Red de Universidades Anáhuac que contará con un estacionamiento en los primeros niveles, por debajo de su planta baja. Si bien el edificio presenta una forma parecida a la de las tres torres preexistentes, esta nueva pieza incorpora el concepto de “atrio interior” a manera de gran espacio de encuentro que propiciará la vida universitaria. En el primer nivel inferior de estacionamiento se encuentra la “ruta negra y el bioterio”; la planta baja de la escuela estará equipada con laboratorios, quirófano, anfiteatro, zona de transfer “gris y blanca”, un novedoso centro de simulación, además de un auditorio para 60 alumnos similar al Lech Waleesa de la Torre 1. Un sistema de escaleras y elevadores centrales, comunican a los dos niveles superiores previstos para aulas, laboratorios y la zona administrativa, todo lo anterior previsto con las más avanzadas tecnologías en lo que toca a la velocidad digital, y al futuro cercano en línea.

¿Cuál es el futuro de nuestro campus? El desarrollo de la infraestructura de una universidad puede depender de eventos que transcienden a la planeación de un plan maestro. La velocidad de nuestra época muchas veces impide imaginar siquiera como sería las universidades del futuro, por eso confío en que nuestra estrategia de escenarios es correcta, y mejor aún trabajar desde la propia Escuela de Arquitectura.

JVdM