Artículo para la Revista Integra septiembre 2015 / "Sobre los Proyectos de la Universidad Anáhuac México Sur y el futuro de nuestro campus"

Estoy convencido de que las escuelas de arquitectura tienen la responsabilidad de formar arquitectos desde el hacer –“la arquitectura se aprende haciéndose”-, y en ese sentido deben participar en proyectos especiales y de vinculación cuya primera instancia sería el propio territorio, es decir: la formación comienza en casa. En eses sentido, desde que llegué a la Dirección de la Escuela de Arquitectura he procurado participar de manera sostenida en el desarrollo arquitectónico de nuestro campus como estrategia pedagógica.

Mi primer encuentro con la Universidad Anáhuac del Sur fue en 1999 cuando daba clases de proyectos allí, aunque la totalidad de nuestras instalaciones las conocí cabalmente después de visitarlas a diario desde el 2006 durante tres o cuatro años, quizás más.

Desde la escuela en 2007 empezamos haciendo proyectos menores para nuestro campus en tanto escala, mejoramientos, propuestas viables que no representaran inversiones mayores y que no comprometieran el futuro del campus, sino que lo exaltaran: un proyecto para la plaza de acceso, hoy “la Explanada”, un espejo de agua conmemorativo, una rampa de acceso a la torre 2, diseños de paisaje, la revitalización de la cafetería o un comedor de empleados que se convirtió en un espacio de receso evocador…así hasta llegar a un momento en el que coordinamos el proyecto de una Ermita (la Ermita de la Paz en 2010-2011), encargado por el entonces Rector Dr. Jorge López al Arq. Attolini Lack, acaso el último proyecto arquitectónico en el que trabajara el gran maestro Attolini.

En el verano del 2013 participábamos en la realización de un proyecto arquitectónico para un nuevo campus de la Universidad de Panamá. Un Plan Maestro que respondía a un detallado programa de necesidades integrado por varias escuelas y facultades y cuya presentación, tanto en México como en Panamá, se convirtió en una gran satisfacción que no sería más que el primer capítulo de una historia de éxito para nuestra Escuela de Arquitectura.

El 2014 fue un año muy importante para nuestra Universidad, entre otros sucesos de crecimiento, por la apertura de la Escuela de Medicina y de la carrea de Médico Cirujano. Advirtiendo la imperiosa necesidad de emplazar instalaciones nuevas en nuestro campus, y la demanda creciente de diversos espacios derivados de la visión de crecimiento y de cambio vanguardista promovidos por nuestro Rector, le propuse anticiparnos desde la Escuela de Arquitectura a la revisión y el diseño de un Plan Maestro Definitivo para nuestra Universidad (antes de tener que improvisar peligrosamente…). Con el determinante apoyo del Act. Cárdenas, la experiencia de los años anteriores y del profesionalizante caso de Panamá, nos dimos a la tarea -el verano del 2014-, de trabajar en un taller exhaustivo para producir dicho plan maestro para la UAMS. Hicimos la tarea formando equipos con nuestros alumnos que atacaron proyectos particulares además del plan maestro al que me avoqué directamente.

La diversa investigación además de un análisis cuidadoso de todo cuanto pudiera preverse para la planeación de una universidad, sumado a un exhaustivo proceso de reflexión y diseño iniciado años atrás, dieron como resultado un nuevo Plan Maestro imaginado para escenarios previsibles unos, imprevisibles los otros. Una estrategia de diseño a partir de “escenarios” o etapas que salvaguardan valores esenciales de nuestro campus: un contexto verde, exento de obras provisionales, sostenible, en un terreno de inusitada plusvalía,  pero congruente con una filosofía vigente que respetamos y mantenemos del proyecto original del Arq. Imanol Ordorika para la Universidad Anáhuac (Huixquilucan 1964): neutralidad y bajos costos de mantenimiento mediante una arquitectura contemporánea, racional y de calidad que deberá responder a nuestro momento histórico “2014 en adelante” y a nuestro privilegiado espacio geográfico, con todo lo que eso significa.

Además de las circulaciones y las vialidades actuales, de los estacionamientos, de la propia Escuela de Medicina con un posible complejo de Ciencias de la Salud, encontraron su lugar en un primer escenario: el Gimnasio Universitario, una Residencia Estudiantil, un Centro de Vida Universitaria (ese “centro magnético que allí está pero aún no existe”) la Capilla Universitaria, un edificio de Talleres y Laboratorios y todo un criterio de acabados para las torres existentes y de diseño de obras exteriores. Muy resumidamente.

A finales del 2014, (gracias a que contábamos ya con el citado Plan Maestro autorizado) la inminente urgencia de albergar nuevas instalaciones para los estudiantes de Medicina nos impulsó a “insertar” –en un tiempo record de 4 meses-  la primera pieza acorde al Plan Maestro Definitivo: el Edificio de Talleres de Mantenimiento que sirve hoy en día como Anfiteatro y Laboratorios de Medicina, que funcionan temporalmente allí en tanto se proyecta y se construye el nuevo edificio de dicha escuela, y cuyo proyecto iniciamos de igual menera a principios de este año.

¿Cómo debería ser la nueva arquitectura Anáhuac? Esa pregunta es, seguramente, a la que más tiempo hemos dedicado. Crecí en los patios del Cumbres de Rosedal 50, obra de José Villagrán García, después habité el Cumbres de Ahuehuetes, una belleza de Imanol Ordorika, y conocí la Universidad Anáhuac, en primero de preparatoria, donde después me formé como arquitecto. ¿qué tienen en común estos edificios? ¿afectaron el algo mi formación personal y académica?

El nuevo edificio de la Escuela de Medicina encuentra su emplazamiento en una zona dentro del campus que potencia la vocación de servicio a la comunidad, cerca de los accesos y salidas del complejo Universitario, a un costado del Edificio de Rectoría; se trata del primer edificio de la Red de Universidades Anáhuac que contará con un estacionamiento en los primeros niveles, por debajo de su planta baja. Si bien el edificio presenta una forma parecida a la de las tres torres preexistentes, esta nueva pieza incorpora el concepto de “atrio interior” a manera de gran espacio de encuentro que propiciará la vida universitaria. En el primer nivel inferior de estacionamiento se encuentra la “ruta negra y el bioterio”; la planta baja de la escuela estará equipada con laboratorios, quirófano, anfiteatro, zona de transfer “gris y blanca”, un novedoso centro de simulación, además de un auditorio para 60 alumnos similar al Lech Waleesa de la Torre 1. Un sistema de escaleras y elevadores centrales, comunican a los dos niveles superiores previstos para aulas, laboratorios y la zona administrativa, todo lo anterior previsto con las más avanzadas tecnologías en lo que toca a la velocidad digital, y al futuro cercano en línea.

¿Cuál es el futuro de nuestro campus? El desarrollo de la infraestructura de una universidad puede depender de eventos que transcienden a la planeación de un plan maestro. La velocidad de nuestra época muchas veces impide imaginar siquiera como sería las universidades del futuro, por eso confío en que nuestra estrategia de escenarios es correcta, y mejor aún trabajar desde la propia Escuela de Arquitectura.

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DE BIBLIOTECAS / Colaboración para el suplemento "Espacio Urbano" de El Financiero abril 2015

Resulta inevitable confrontar el concepto Biblioteca con el mega-popular y súper-cotidiano buscador Google, o con los servidores tipo nube y cosas así, o con un smart-phone si se quiere. Comento con mis alumnos recurrentemente esa especie de revelación que me supuso GoogleEarth, o más recientemente Uber. Esos avances de la tecnología –entre muchos otros seguramente– representan momentos puntuales en una línea del tiempo de la historia de la humanidad, cuya velocidad y aceleración producirán aún mayores revelaciones: the best is yet to come. Se dan por hecho en las apps por ejemplo. Cuando los actuales universitarios nacieron ya había computadoras, llevaban poco más de 10 años de existir en el mercado. Esto viene a cuento con una idea (de cierta ambición pedagógica) de asemejar el suceso de la creación de la primera imprenta moderna, por Gutenberg, circa 1440, con el lanzamiento de la primera computadora personal, la Macintosh 128k en 1984, para aterrizar en el concepto documento, que no libro, pero que coincide y aterriza en el archivo. Lo que representaron, tanto la imprenta moderna, como la computadora personal, son revoluciones y cambios de paradigmas en cuanto al conocimiento y la forma de vida de la humanidad.

Como arquitecto, la introducción de arriba, el cuerpo, la conclusión y toda esta entrada en términos de un blog, no será más que un intento de responder a la pregunta sobre el futuro de las bibliotecas y las bibliotecas del futuro. Memoria, archivo, acervo, o centro de conocimiento –de papel, electrónico, o digital– la biblioteca es un lugar, hoy por hoy tanto físico como virtual. En ese sentido, ¿de qué dependería la supervivencia de las bibliotecas reales? ¿de la fecha en que se erigieron? ¿de su monumentalidad? ¿de que sean visitadas por la gente? ¿de su acervo editorial? Una biblioteca no es sólo un archivo o una colección; se actualiza pero también custodia y preserva libros –documentos históricos–, la cultura y el patrimonio de una civilización. Tal vez, además de un lugar (en este caso edificio construido) donde se guardan libros.

La definición de biblioteca hoy en día contiene ciertos atributos sustanciales a su existencia: biblioteca es también un término cualitativo de cierto lugar tanto arquitectónico como urbano: tesoro, signo, icono, o lugar de encuentro. Se trata, en resumen, de una posibilidad, un derecho social de superación tanto personal como colectiva: conocimiento al alcance de la mano, a saber. En ese sentido, la biblioteca como espacio interactivo representa –de entrada– una confrontación personal frente al conocimiento, independientemente de su relativa condición pública o privada. Una primera conclusión: la biblioteca como espacio físico no es un lujo, se trata de una necesidad básica y fundamental de la sociedad en su conjunto (independientemente del momento histórico que vivimos); por eso, las configuraciones arquitectónicas de dicho espacio, independiente de su escala, han sido generalmente singulares. En resumen y en virtud de lo anterior, menciono algunos poquísimos ejemplos que me han interesado particularmente desde la perspectiva de su arquitectura y su programa:

La Biblioteca Nacional de Francia (Dominique Perrault, 1995) es un complejo de gran escala urbana configurado por cuatro torres (depósitos de libros) que aluden a una representación de libros abiertos que componen el espacio público –una enorme plaza– y el remanso que demanda la lectura al interior del espacio delimitado por una arquitectura impecable, volcada a un gran jardín botánico interior.

De una forma completamente distinta pero de atributos similares en cuanto a factura arquitectónica, la Biblioteca Vasconcelos de nuestra capital (Alberto Kalach, 2006) se presenta también como una especie de joya arquitectónica, acaso menos privilegiada en su contexto urbano. Se trata de una pieza monumental con un interior sumamente potente –y logrado– que es acervo, lugar de encuentro, y que integra salas de consulta y de lectura con vistas a jardines botánicos exteriores que son más bien accesorios del icónico interior. “Lo mejor es lo que ocurre en este gran recinto –me reiteraba el director de la biblioteca recientemente– un encuentro de toda la ciudadanía que viene a realizar aquí distintas actividades, allá hay gente haciendo coreografía, por ejemplo.”

Estos casos dan cuenta de que una biblioteca, como un museo, es una oportunidad urbana de enorme responsabilidad social. La Biblioteca España (Giancarlo Mazzanti, 2007) en Medellín, Colombia, es un caso famoso de dicho potencial en tanto tipología, en este caso como elemento de regeneración urbana atendiendo a los sectores más vulnerables de la sociedad. Mención especial merecen las bibliotecas de Rogelio Salmona en Bogotá, particularmente el edificio del Fondo de Cultura Económica, inserto en el Barrio de La Candelaria dentro del centro histórico de la capital colombiana: un referente que conocí hace poco tiempo.

En tanto colección y espacio público, existe cierta similitud entre una biblioteca y un museo. La tipología del museo ha incorporado funciones propias de las bibliotecas, tales como el archivo, la lectura y la investigación. El Newseum (Polshek Partnership Architects, 2008) en Washington DC, es un caso excepcional en un contexto altamente privilegiado. Hasta aquí diría que las bibliotecas lejos de desaparecer habrán de seguir adaptando sus programas arquitectónicos para incorporar las nuevas formas de conocimiento.

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DE LOS "CENTROS HISTÓRICOS" / Colaboración para suplemento “Espacio Urbano” de El Financiero agosto 2014

Esta reflexión no borda exclusivamente sobre el centro histórico del DF, mi ciudad,  sino sobre todos los que conozco, o del concepto, si se prefiere, reconociendo que lo hago de forma subjetiva y desde la total percepción.

Por una parte, hoy por hoy reulta impensable un centro histórico sin periferia, es más, su definición se debe a la periferia misma como expansión territorial y cronológica que nació en un asentamiento que por ciertas cualidades alcanzó el grado o la dignidad de “centro histórico”; acaso el azar “histórico” de la escala, la factura o de la geografía haya destilado por igual el concepto –acaso artesanal- de “pueblo mágico”, a saber, también fascinante...

Si recurrimos a la definición de arquitectura de Octavio Paz (que, aunque en proceso de desgaste es inagotable), “…testigo insobornable de la historia, porque no se puede hablar de un gran edificio sin reconocer en él el testigo de una época, su cultura, su sociedad, sus intenciones..." veremos que aplica (sin problema) a los centros históricos porque cualquiera que sea, nos cuenta cómo era la vida cunado se hicieron sus edificios, sus calles y su configuración misma…

Hay hechos históricos que naturales o no, modifican lo histórico de los centros. Siempre me ha fascinado escuchar a los arquitectos mayores hablar de sus tiempos de estudiantes en el Centro (histórico), en el edificio de la Academia de San Carlos, donde estaba la Escuela Nacional de Arquitectura, por ejemplo… La Construcción de la Ciudad Universitaria, totalmente periférica para la época, es un hecho que modificó como golpe de timón el desarrollo de la ciudad en su centro histórico, significó una especie de éxodo.

Como arquitecto me interesa particularmente cómo se construía. Los centros históricos seducen a quienes nos gustan las “piedras viejas”, como se dice popularmente. Me sigue impresionando sobremanera que las catedrales –léase los edificios “antiguos”, “no tuvieran varillas”, también por ejemplo, de allí que las techumbres estén reconstruidas en su gran mayoría…pero ¿como es que se mantienen hasta ahora con esa categoría? ¿De donde su digna longevidad?, ¿es porque son de piedra y hechos a mano? Pero en ese caso, ¿en que se diferencian de los centros ceremoniales o simplemente arqueológicos?

Otra cuestión que resulta imprescindible precisar es su ubicación no necesariamentente como centro magnético o geográfico. Por ejemplo Panamá tiene un centro histórico prácticmanete periférico, que es su “Casco Antiguo”, recientemente reconstruido y revalorado en sus atributos de bien turístico y bien raíz…

A final de cuentas hablar de centros histórcios es hablar de herencia y por lo mismo de salvaguarda, ¿qué tanta historia o tiempo es necesario para que un lugar pueda considerarse un centro histócio? ¿Un downtown puede se un centro histórico? Por ejmplo Manhattan, o urbanizaciones del siglo XX tendrían vocación de convertirse en cemntros hostóricos?. Quizás resulte impensble; desde mi perspectiva, (contra lo que más desearíamos los arquitectos) la velocidad desatada desde la industrilización del siglo XX se antoja inversamente proporcional a la longevidad de la arquitecutra necesaria para integrar centros históricos (no necesariamente, por supuesto). Así caemos en la cuenta de la responsbildiad de su salvaguarda, para desarrollar otras habilidades, quizás de exaltación, reutilización e integración. El tiempo siempre mimetiza distintas épocas, a saber, y eso resulta esperanzador. Los centros históricos pueden evolucionar, por supuesto.

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DE LA INFRAESTRUCTURA DEPORTIVA / Colaboración para suplemento “Espacio Urbano” de El Financiero mayo 2014

De cara al Mundial Brazil 2014, es inevitable reflexionar sobre infraestructura deportiva, y sobre todo lo que un evento de esta naturaleza -mundial u olimpiadas- puede representar para un país. Nosotros hemos tenido juegos olímpicos en 1968, mundial en 1970, y un segundo mundial en el 1986. ¿qué beneficio, consecuencia, o patrimonio nos dejaron estos eventos?. Hablando de la Ciudad de México, y exclusivamente desde la (mi) memoria, están el Estadio Azteca (de Pedro Ramírez Vázquez), la Villa Olimpica (de Ramón Torres con Agustín Hernández y Manuel González Rul), los vestigios de la “Ruta de la Amistad” -con un valioso acervo de esculturas urabnas, algunas ahora agrupadas y slavaguardadas frente a Perisur, debajo de segundos pisos impensables en aquella época- cierto desarrollo hacia la zona sur del DF hacia Xochimilco y Cuemanco…El Palacio de los Deportes (de Félix Candela, Antonio Peyri y Enrique Castañeda) o el complejo deportivo La Magdalena Mixuca -no tan afortunado- que si bien no fue proyectado específicamente para las olimpiadas del 68, lejanamente nos recuerda algo de “aquellos tiempos olímpicos”. Nostalgia, memorabilia urbana, un arquitecto orquestador –Ramírez Vázquez-, y un diseño gráfico maravilloso de Lance Wayman con Eduardo Terrazas. En resumen, una especie de desarrollo urbano y cultural, amén de la derrama económica de los cortos, medianos y largos plazos; no cualquier cosa de la que poco se puede decir cuantitativamente.

Barcelona 1992 fue un ito sobre todo en lo que toca al desarrollo urbano que significó para la ciudad en su crecimiento. El “modelo Barcelona” se convirtió en ejemplo recurrente del “deber ser urbanístico” en las escuelas de arquitetctura, acaso promovido por un afortunado binomio “alcalde -Pasqual Maragall- y arquitecto -Oriol Bohigas-“ (conocer sus semblanzas y su formación  ayuda a comprender el caso de éxito) que 22 años después ha comenzado a desmitificarse con todo y la significativa herencia arquitectónica que quedó en la ciudad catalana.

Atenas ganó para 2004 la sede de los juegos olímpicos a Roma, no por mucha ventaja, y apostó mayormente por la espectacular obra de Santiago Calatrava; en su portunidad salieron a la luz los sobrecostes de su infraestructura…pero la histórica quiebra económica de ese país, hace cuestionar a cualquiera las garantías de la infraestuctura deportiva en el destino de una ciudad o de un país.

En el caso (olímpico) reciente de Londres 2012, la potencia británica apostó por la regeneración urbana del “lado este” de la ciudad –integrado por zonas social y económicamente más vulnerables-, mediante la creación de un Parque Olímpico de 200 hectáreas construido sobre un antiguo complejo industrial (Stratford), que sería su legado para el futuro de la Ciudad. La producción arquitectónica deportiva derivada de su plan maestro estuvo protagonizada por una arquitectura de aguda marca sostenible: el “Olympic Stadium” (de “Populous”, un mega despacho de arquitectura con extensa producción en estadios e instalaciones deportivas) presentó un lugar de montaje para el espectáculo olímpico que posteriormente se transformaría para su re-uso a largo plazo (será el anfitrión del Campeonato del Mundo de Atletismo en 2017); el “Basketball Arena” (de Wilkinson Eyre Architects), un estadio con 12,000 asientos diseñado para ser desmontado o “reciclado” en dos terceras partes de sus componentes. El “Aquatics Centre” (de Zaha Hadid Architects). El “Olympic VeloPark” (de Hopkins Architects), una pieza de significativa belleza con forma de plato de madera y acero que se convirtió también en emblema de la sostenibilidad por sus atributos verdes; y especialmente el diseño urbano y de paisaje de todo el parque post-olímpico llamado “Queen Elizabeth Olympic Park” (de James Corner Field Operations). Un ejemplo impresionante que hizo avanzar hacia delante el reloj de la historia de la infraestructura deportiva: La herencia se orienta hacia lo sostenible y no solo a un patrimonio arquitectónico o cultural.

La recientemente ganadora Tokio, como ciudad olímpica ganadora para el año 2020 llama la atención por diversos motivos que no son muy ajenos a lo anterior.

El supuesto trinomio “antidoping - honestidad social- fondos suficientes” que determinaron en cierta medida la votación a favor de la capital nipona, destaca por la importancia que cobran los valores humanos –antidoping y honestidad social- en una decisión de este calibre. El tema económico por otra parte, indica que se tuvo muy presente la amarga experiencia de Atenas 2004, y la tesis de que una olimpiada es lo mejor que le puede pasar a una ciudad –el caso de la favorita Madrid, por tercera vez eliminada- se supera en un competidísimo proceso de selección que va mucho más allá de la convenciencia urbana o arquitectónica que puede ofrecer tal o cual país. Tokio ya fue sede olímpica en 1964, y dejó un invaluable patrimonio arquitectónico, principalmente de Kenzo Tange (primer Premio Pritzker japonés en 1987), autor del famosísimo conjunto de las dos “arenas olímpicas”, proyectadas en 1960 y concluidas en el otoño de 1964. Las peticiones firmadas por los arquitectos Toyo Ito, Fumihiko Maki o Edward Suzuki contra el futuro New Tokio National Stadium proyectado por Zaha Hadid para albergar los juegos olímpicos (sobre todo en términos de la escla del edificio), pone de manifiesto el altísimo nviel de sofisticación urbana y profesional que hoy en día implica el reto olímpico para cualquier país.

Si bien esta breve reflexión (o revisión) se borda parcialmente desde la disciplina de la arquitectura o el urbanismo, el caso del muy próximo Brasil 2014 pone sobre la mesa de forma imprevista e inusitada una perspectiva social que no puede ignorarse, no verse, amén de la infraestructura deportiva que servirá al mundo entero en breve, por lo menos durante el campeonato mundial que se avecina.

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DE MONUMENTOS Y MEMORIALES / Colaboración para suplemento “Espacio Urbano” de El Financiero abril 2014

La palabra monumento viene del latín monumentum, y la RAE lo define en su primera acepción como  “Obra pública y patente, como una estatua, una inscripción o un sepulcro, puesta en memoria de una acción heroica u otra cosa singular”.

Conocemos los monumentos desde que tenemos conciencia. El ángel de la Independencia, el Monumento a la Revolución, algún obelisco o, es más, el Estadio Azteca si se quiere. Pero los memoriales no lo sé; requieren mayor conciencia, un mínimo de cuestionamiento y racionalización adicionales a lo que nos da la memoria más lejana posible, la de la niñez. Supongo que tiene razón Carlos Puig en su texto “La Diferencia Entre un Memorial y un Monumento” cuando define –o precisa- que los monumentos son a la historia lo que los memoriales a la memoria “…La creación de la memoria es el memorial, un género de obra arquitectónica que cada día cobra más relevancia, puesto que se trata de espacios abiertos a la interpretación…El producto arquitectónico de la historia es el monumento”. Justo, aunque habría que añadir (no a su texto) alguna explicación adicional al concepto de monumento en cuanto a la escala o la masividad que reiterativamente nos identifica en el mundo debido a nuestra historia y a nuestras raíces... México es radicalmente monumental.

La primera vez que tuve relación –digamos “consciente”- con el proyecto de un memorial fue en 2005 participando en el concurso “The National AIDS Memorial Competition” para un memorial dedicado a las víctimas del sida que se construiría en el Golden Gate Park, en San Francisco California. La experiencia adquirida en esa participación y la impecable organización del concurso (impecable alude al proceso, desde la convocatoria hasta el fallo del jurado) nos sirvió muy especialmente de gran aprendizaje por diversos motivos.

El memorial y la idea de dedicar un espacio público a su “presencia” es un ejercicio de diseño que por lo general no requiere resolver un problema específico de espacio físico, no se trata de satisfacer una necesidad tal y como estamos acostumbrados los arquitectos…se trata de “significar” algún acontecimiento en algún lugar público que alguien decidió previamente. En el caso del concurso en San Francisco, después de hacer varios intentos de diseño desde una óptica de lo nefasto y la desgracia, tuve la elemental idea de poner (me) en primera persona: “y si un ser querido fuera víctima del sida, ¿le daría un memorial nefasto o desgraciado? Así entendimos que de lo que se trataba era de lo contrario: buscamos la forma de significar “esperanza”, que fue un concepto que la mayoría de los participantes incorporamos en nuestras propuestas, muy obviamente. Acto seguido entendimos también esa condición del “caso por caso” inherente en el diseño de un memorial; aquí no había nombres y por lo tanto caímos en la cuenta que cualquier “literalidad” comprometería gravemente la interpretación del memorial. Nos prohibimos cualquier mensaje con letras. Es un tema delicadísimo, elogio del mayor tacto en cuanto a intervención socialmente urbana desde su mensaje en tanto memoria. Si los memoriales contribuyen además al mejoramiento urbano enriqueciendo el espacio público, aportamos un valor agregado que viene por añadidura: como sociedad tenemos memoria y se materializa en lugares privilegiados, dedicados ex profeso, que evitan el olvido desde la presencia presente, como nuestra memoria. Monumentos o memoriales, a final de cuentas son inherentes al espacio público; muchas veces se dedican parques a la memoria de un personaje –el Parque Lincoln en Polanco, por ejemplo-  o a un país, el Parque México o el Parque España, en la Colonia Condesa; aquí la pregunta subsiguiente sería ¿podríamos habitar sin memoria?

Volviendo a nuestro ejemplo en San Francisco, la propuesta ganadora denominada “Living Memorial” –excelente en mi opinión- incorporó el concepto de esperanza a partir del renacimiento de la naturaleza ulterior a una devastación -la pandemia del sida- representada sutilmente mediante un paisaje carbonizado por un incendio…Dicha propuesta presentó a manera de línea del tiempo la forma cómo se transformaría el “lugar-memorial” haciéndose cada año más vivo…”con el tiempo brotarán elementos tomados de la vegetación de un bosque lleno de cicatrices del fuego para evocar un sentimiento de pérdida y renovación”.

De los ejemplos relativamente recientes más famosos (acaso medibles por algún número de visitas reales + virtuales, además de  su significado o de su “discurso”) habría que citar entre otros el Memorial del Holocausto en Berlín, de Peter Eisenman; el memorial a los Veteranos del Vietnam en Washington, de Maya Lin, o el memorial 9/11 en Nueva York de Michael Arad. En México la Estela de Luz, de Cesar Pérez Becerril, Raúl Peña y Martín Gutiérrez, entendido como monumento al Bicentenario de nuestra Independencia que está en cierta especie de “proceso de apropiación” y que contemplaba en su diseño original una plaza y un memorial que lo dejaron incompleto, o el más reciente Memorial a las Víctimas de la Violencia, de Julio Gaeta y Luby Springal inaugurado hace poco más de un año, también en cierto proceso de apropiación -o acaso de asimilación- a saber también, entre varios otros.

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LO VERDE / Colaboración para suplemento “Espacio Urbano” de El Financiero marzo 2014

Hemos asimilado el concepto “verde” como el ángulo sostenible de la construcción y de la arquitectura; sin embargo, tristemente relacionamos mucho más el término con el “aspecto” que con la filosofía. “Lo verde” (no como accidente filosófico del ser sino como calificativo comercial de lo ecológico) es usado generalmente por personas ajenas al mundo de la arquitectura, reduciendo la naturaleza del desarrollo sostenible (orígen verdadero de lo verde) al uso de un muro o de una azotea.

Si entendemos y aceptamos el término “desarrollo sostenible” como “aquel que no compromete a las futuras generaciones” (resumidamente), nos daremos cuenta de que en realidad estamos en un ámbito que abarca a la mayoría de las disciplinas, aunque el medio ambiente sea posiblemente el indicador más significativo. Ecología, ahorro de energía, o simplemente impacto ambiental, son solo algunos de los componentes de dicho indicador, y si bien parecen cuestiones que atañen a la ciencia o a la tecnología, resulta evidente constatar que estos temas trascienden al ámbito social y al político. Lo verde no es, entonces, algo exclusivo de la arquitectura o de la construcción, sino de…todos, digamos. Se trata de un panorama de 360 grados que se presenta mayormente en términos de epacio urbano: 50% de la población del mundo vive en ciudades y en México 50% de la población vivimos repartidos en las 55 áreas metropolitanas del País. Ya es del dominio popular que las ciudades más sostenibles son las que ofrecen una mejor calidad de vida, pero…a qué llamamos calidad de vida? ¿en realidad vamos en el sentido correcto? Personalmente prefiero pensarlo con esa perspectiva : ¿qué tanto necesitamos para vivir? Además de infraestructura y condiciones mínimas de seguridad -en un ámbito más bien sociológico-, o el cambio de hábitos domésticos –apagar más luces, separar la basura, o bañarse con la menor cantidad de agua posible- considero que el verdadero tránsito hacia una forma de vida verde debería darse asumiendo temas de habitabilidad y de ciudad con perspectivas socialmente responsables, pero esto no se ve alcanzable al corto plazo. Se trata de un reto mayor.

En su histórico artículo (publicado en el suplemento Babelia número 100 de El País el 22 de enero del 2011) Sir Norman Foster esboza magistralmente el futuro de la arquitectura y el espacio urbano a partir de un diagnóstico hiperrealista de lo que pasa hoy: “El reto actual es que haya más urbanización y la energía utilizada sea mucha menos y más limpia…Los barrios de las afueras son un modelo insostenible de una forma de vida consistente en continuos trayectos de coche”…y el texto ayuda a poner en orden un value justment, acaso de lo general a lo particular de algunas asignaturas –no todas- que definirían una posición “verde” de cara al presente. Veamos:

-Concebir edificios que utilicen menos energía, produciendo cero carbono y cero residuos, o que inclusive la generen para devolverla a todos: sin duda pero sigue siendo una inversión pagable solo por una minoría.)

-Pensar en la fusión entre infraestructura y arquitectura como propuesta al futuro de la ciudad y como solución a los “mega territorios”, una propuesta y término que define Foster como la construcción entre centros: impensable sin voluntad política; la propuesta de un sistema de tren interestatal –por ejemplo- sonaba bien y abonaría mucho en este sentido, ¿en que va?.

-Asumir la periferia como factor de insostenibilidad por los continuos desplazamientos y consumo de gasolina, y la búsqueda de una mayor urbanización con menor consumo: en tanto se siga privilegiando al uso del automóvil en lugar del Trasporte Público -dos palabras “mega-verdes”- estaremos comprometiendo más a las generaciones futuras que en realidad deberán ser generaciones post-automóvil. En ese sentido nada ha sido más insostenible que el terrible modelo de vivienda “ciudad dormitorio” suburbana, un error imperdonable que generó una lacerante degradación social. En su libro “Distancias Caminables”, el arquitecto Enrique Espinoza ofrece una visión perfectamente sustentada y nítida para comprender un camino hacia la sostenibilidad real: La cercanía de la casa y el trabajo. ¿porqué no hay estímulos en ese sentido? En resumen lo verde ,pues, no se trata de una moda, estilo o época arquitectónica, sino de una “caída de veinte” sobre una nueva forma de vida que, desde la moderación seguramente, podría Satisfacer las necesidades de las generaciones presentes sin comprometer las posibilidades de las del futuro para atender sus propias necesidades. Según la definición oficial.

JVdM

Con Perspectiva 27ago2014 / "Más con menos"

Hace unos días revisábamos con gran interés la entrevista a la arquitecta francesa Anne Lacaton por Anatxu Zabalbeascoa en el diario El País titulada “El fin de la arquitectura debería ser siempre mezclar a la gente”, en la que defiende un trabajo respetuoso con lo que existe para reinventar la ciudad.

Con este proemio, y a propósito de la responsabilidad de formar arquitectos o de la razón de ser de las escuelas de arquitectura, semestralmente se reitera la convicción de que un ciclo de conferencias es una herramienta muy efectiva para tal propósito. En este período iniciamos con Buro V, un despacho de arquitectura formado por el recientemente fallecido Arq. Javier Jiménez Trigos, buen arquitecto, docente y amigo al que recuerdo con gran aprecio, y el Arq. Francisco Luna. Se trató de una amena charla desde su práctica profesional como colectivo que viene a cuento mencionar en lo que toca al “abrirse paso” en un medio laboralmente complicado. “Está muy bien promover la cultura de los concursos, pero no se puede olvidar  -y menos en las escuelas de arquitectura- la cultura del arquitecto emprendedor”, así lo comentamos -“off the record”- en relación al proyecto que promueven desde hace más de varios meses para una renovación del Mercado de la Colonia Escandón, en la Delegación Miguel Hidalgo. ¿Los arquitectos podemos y/o debemos promover proyectos públicos?. La pregunta cabe, y es muy pertinente tomando en cuenta el tamaño de la ciudad y su consecuente problemática, por decir lo menos, amén del aludido tema laboral, de la anhelada ley de proyecto público y de infinidad de asegunes…caso por caso, a saber…

Hace varios años invité a Luis Gordoa a participar en el citado ciclo de conferencias. Luis (fotógrafo de oficio y comunicólogo de formación) es uno de los fotógrafos más solicitados por muy destacados arquitectos de México desde hace varios años, y su trabajo por añadidura le ha entrenado en buena medida en la manera de ver y de vivir la arquitectura. Se disculpó, le noté incómodo con la idea y postergó la invitación argumentando que estaba emigrando “de la película a lo digital”. Comimos hace poco y entre otras cosas me platicó de unos jóvenes arquitectos de Cuernavaca. Insistí, y ahora Luis dio forma con su introducción, sus comentarios y sus fotografías a una maravillosa conferencia que tuvo lugar hace una semana exactamente, a cargo del Arquitecto Alfredo Cano (de T3Arc Taller de Arte y Arquitectura) y de Lilian Rebollo ( de APT Arquitectura Para Todos). Ambos arquitectos se formaron en Puebla pero decidieron trabajar en Cuernavaca, donde vivieron la mayor parte de su infancia y juventud. ¿porqué decidieron quedarse? A pesar de la crisis por la que atravesó Cuernavaca los últimos años, parece que los argumentos en cuanto a forma de vida y de trabajo no son nada despreciables. Saben que sacrifican glamour, escala y presupuesto en sus encargos, y justamente allí se localiza nuestro interés por su también delicado trabajo. En todas las obras que presentaron –no hubieron ni “renders” ni proyectos no construidos- las limitaciones juegan un papel protagónico. También la autocrítica en el caso de Alfredo, que insistía en que cada obra le anima a superarse en la que sigue, acaso por lo que pudo haber hecho o lo que no pudo lograr en la obra anterior. Casas extraordinarias como “La Semilla”, o la “casa Materka” para un concertista , un taller para artistas de Cuernavaca, recubierto de unos paneles de fibra que encontró en cierto tiradero de basura, o el hotel construido con tubos de drenaje en Tepoztlán dan cuenta del hábito de reutilizar y de hacer mucho con poco. En ese punto, invita a la escuela a fomentar la cultura emprendedora, coincidentemente.

Por su parte Lilian Rebollo (que colabora eventualmente en algunos proyectos con Alfredo Cano) presentó el proyecto que le ha dado mayor visibilidad: unas caballerizas en un bosque de la zona más alta de Cuernavaca, con un planteamiento muy afortunado que exalta el húmedo paisaje con techumbres de concreto aparente sobre columnas metálicas, muros recubiertos con la madera de la cimbra utilizada en el colado de dicha techumbre, y muros de piedra del lugar formando “tecorrales” que sirven de gradas del único picadero del conjunto. Un elogio al paisaje desde la mesura y el aprovechamiento correcto de los recursos limitados por la remota localización de la obra…para terminar con un departamento-habitación bellamente representado, que con la misma delicadeza que la obra anterior transformó unos cuartos de servicio desde la reutilización a la que alude Lacaton en la entrevista mencionada al inicio de estas líneas. Sirvan para agradecer encarecidamente…

JVdM

Con Perspectiva 13ago2014 / "Crecimiento comprometido"

A mediados de junio del presente año los directores y coordinadores de las escuelas de arquitectura, artes, comunicación y diseño de la Red de Universidades Anáhuac estuvimos reunidos durante tres días ininterrumpidos (con suficiente anticipación y resignación apartamos las fechas para llevar a cabo esa especie de auto-secuestro en Cuernavaca), iniciando el proceso de actualización del plan de estudios para el 2016… Evidentemente se trató de la primera de muchas sesiones de trabajo para hacer una tarea inagotable: re pensar lo que sucede y lo que debería suceder en las universidades y en sus escuelas (de arquitectura en nuestro caso) para materializarse o aterrizarse en planes de estudio actualizados.

Este párrafo introductorio, eslabona de cierta manera una reflexión sostenida con la actividad mencionada en colaboraciones recientes referentes a la ASINEA o al Colegio de Arquitectos, al Proyecto Público o inclusive a los proyectos de vinculación que hacemos estirando los cursos de verano al máximo: ¿qué harán los arquitectos del –en el- futuro? ¿cuáles deben ser los fundamentos de su perfil profesional? ¿qué vigencia tiene la arquitectura como práctica profesional? ¿a qué o a quienes esperamos los arquitectos para desarrollarnos profesionalmente? ¿cómo abrirse paso laboralmente en la velocidad y en la competencia de nuestros días? El crecimiento desbordante de la profesión compromete altamente a su enseñanza sobre todo, independientemente de los contenidos o de la pedagogía, a saber...

Esta semana inició el semestre agosto-diciembre 2014 con un crecimiento muy significativo para la escuela y para la universidad resultado del numeroso nuevo ingreso. Desde hace tres semestres la Universidad Anáhuac México Sur presenta un crecimiento de dos dígitos, equivalente a un 20% en los últimos tres años. Gracias a una combinación de programas en línea y presenciales de licenciatura, maestrías y doctorados, el campus México Sur ha logrado un máximo histórico desde su fundación en 1981. Y según lo dicho arriba ese crecimiento implica mucho mayor concentración en el tema de la formación del arquitecto y de las nuevas áreas de conocimiento que debemos atender en las escuelas, además del júbilo efímero implícito en la recompensa del crecimiento, por supuesto; reiteradamente sostengo que la primera fortaleza de cualquier escuela –no solo la nuestra- estaría en la “calidad” que -entre miles de definiciones- yo localizo en la atención personalizada (muy desgastado slogan), que a su vez se traduce como la formación especial que cada alumno –caso por caso- pudiera obtener en su paso por la universidad. Un discurso imposible, acaso incongruente hasta cierto número límite de alumnos, ya que el crecimiento desbordante comprometería la calidad académica, por lo menos desde esa perspectiva personalizada de la formación profesional.

 Con ese entusiasmo de inicio de semestre, asistí el pasado lunes por la tarde a la “cátedra prima” de los doctorados de la misma Universidad (buscando mitigar la “procrastinación” derivada de la tesis de grado en mi calidad de alumno, y agradeciendo especialmente la sustanciosa conferencia de la Dra. Pilar Baptista). Despertaron mi mayor interés un par de conceptos indispensables para el futuro de la humanidad extraídos del texto Evngelii Gaudium del Papa Francisco en la ponencia introductoria a cargo del Act. Abraham Cárdenas, Rector de nuestra Universidad: el primero sobre la necesidad de incluir socialmente a los pobres (para el arquitecto un campo muy extenso de desarrollo profesional sin duda: responsabilidad social), y el segundo sobre la importancia imprescindible del dialogo para lograr la paz, una condición esencial de la habitabilidad. En este contexto impregnado de cierto optimismo, ese al que alude Renzo Piano en El País Semanal del pasado domingo como requisito del arquitecto proyectista, y en un mundo híper-conectado por cientos de revistas, blogs, portales de arquitectura y redes sociales, aludo por vía de mientras a un tuitt de Sebastian Gray (@sebastian_gray Arquitecto, profesor, escritor, ciclista | Presidente Colegio de Arquitectos de Chile @colegioarq | Director Fundación Iguales @igualeschile), que comprime “peligrosamente bien” lo que intenté decir arriba: “Ideas para una academia de arquitectura: básicamente enseñar Historia, Dibujo, Física y Economía por cinco años. Lo demás llega solo.”…

Bienvenidos y buen semestre queridos profesores y alumnos de nuestra Escuela de Arquitectura.

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Con Perspectiva 30jul2014 / "Columna de Verano"

Como quizás recuerde el lector de Con Perspectiva, el tiempo de verano para el que escribe está destinado para redoblar esfuerzos –vía concursos de arquitectura o proyectos especiales en los que combinamos práctica profesional y académica paralelamente- …. concursos para el Museo de Historia de Polonia en Varsovia, para el Museo de Arte en New Taipei City en 2011, el concurso para el Memorial de las Víctimas de la Violencia en 2012, el proyecto del plan maestro para un nuevo Campus de la Universidad de Panamá en el 2013 (presentado exitosa y directamente en Panamá el año pasado), que nos llevó finalmente a dedicar el verano en curso a la elaboración –o mejor quizás- al re pensamiento de un Plan Maestro para la Universidad Anáhuac campus México Sur que actualmente me ocupa junto con una selección de alumnos de la Escuela de Arquitectura; la arquitectura “universitaria”, se nos presenta por segundo año consecutivo como oportunidad de aplicar la reflexión.

Independientemente de los edificios que pueden integrar cualquier plan maestro de un complejo universitario, los programas arquitectónicos responden a planes de estudio de cierta manera y quizás en mayor medida a un panorama incierto en términos de cómo deberán ser los espacios donde se formarán los profesionales del futuro; ¿es un tema de pedagogía? ¿de forma? ¿de mobiliario? ¿de escala? ¿de híper conectividad?. Muchos coincidimos, por ejemplo, que un Starbucks puede ser un lugar ideal para estudiar, o que la oferta de una formación integral (término muy desgastado pero acaso el mayor compromiso de las universidades católicas por lo menos) demanda diversidad de espacios novedosos (think labs o fabs, o “whateveryounameit” rooms), además de los tradicionales espacios deportivos o culturales.

En cualquier caso, la experiencia exige desmenuzar las exigencias temporales –WiFi, proyectores - pantallas y todo aquello que modifica la tendencia de lo construible por lo “en línea”- de las exigencias…atemporales. Lugares de encuentro, atrios o jardines (en una relativa ambición humanizadora, si se quiere).

Exigencias de espacio –esenciales, atemporales y fundamentales-, entre muchas otros quizás, sean la accesibilidad, la sostenibilidad y el medio ambiente.

Estos términos no constituyen etiquetas que atienden a modas o a períodos históricos como modernidad, minimalismo o deconstructivismo. Se trata de una toma de conciencia o de “caída del veinte” –así lo entiendo y lo expreso reiterativamente- más o menos reciente del ser humano (segunda mitad del S.XX). Hablar de accesibilidad es hablar de inclusión y de un derecho fundamental para todas las perosnas –no solo discapacitadas- en tanto habitamos nuestro planeta: poder movernos con libertad en cualquier lugar, hacer uso de cualquier objeto, espacio físico o cualquier servicio, inclusive. Ingresar, transitar, permancer en un lugar con seguridad, con comodidad y con autonomía. Responsablemente se trata de una cualidad inhernete a lo habitable; lo habitable es accesible en principio, aunque no simpre y no para todos, desafortunadamente.

Hace pocos años el arquitecto norteamericano Michael Graves -famoso protagonista del movimiento postmoderno- sufrió una extraña enfermaedad que debilitó su cuerpo quedando en silla de ruedas de un día para otro. A partir de su experiencia se dedicó a diseñar con gran éxito habitaciones de hospitales y mobiliario mucho más adecuados para las personas con movilidad limitada. Su caso ilustra la necesidad de un enfoque mucho más sensible ¡simplemente en la infraestructura para la salud!. Sólo un dolor de espalda o una fractura, aunque sea menor, es suficiente para “experimentar” la necesidad de lo accesible; no hay que estar en silla de ruedas, cualquier mamá (o papá) con su carriola se dará cuenta inmediatamemte de la importancia de la accesibilidad.

En lo personal, adquirí esa conciencia hace varios años cuado conocí al Arq. Antonio Uvalle, quien en plena carrera de arquitectura sufrió un accidente que le dejó sin poder caminar por el resto de su vida. Desde entonces le tenemos presente en todos los proyectos que hacemos y su gran ejemplo de vida nos ha enseñado a entender la accesibilidad mucho más allá del simple cumplimiento de algunas normas elementales. Así, desde nuestra Escuela de Arquitectura promovemos el hábito de proyectar cualquier espacio con “diseño universal” sostenidamente, no solo como un valor agregado de la arquitectura que produciremos sino como una práctica indispensable en la formación integral de nuestros alumnos.

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Con Perspectiva 16jul2014 / "Construcción desde diversas trincheras…"

La Asociación de Instituciones de la Enseñanza de Arquitectura de la República Mexicana, A.C. (ASINEA) celebró el pasado mes de abril su 50 aniversario con un Congreso Nacional de Arquitectura en la Universidad de Guanajuato, que fue la sede donde se firmara el acta constitutiva original “por las doce escuelas integrantes de la Asociación de Escuelas y Facultades de Arquitectura de la República Mexicana (ASEFARM)”  el 28 de abril de 1964; en esa inercia, el pasado lunes 30 de junio se llevó a cabo la 1ª reunión de trabajo de ASINEA de la Región Metropolitana convocada por Marcos Mazari, Director de la Escuela de Arquitectura de la UNAM que en este nuevo período dirige los trabajos de la Asociación en la Región Metropolitana. La basa de ASINEA es el intercambio; intercambio universitario de ideas y prácticas sobre la enseñanza de la arquitectura. Esto arroja información valiosa sobre los desequilibrios que hay entre diversas escuelas o facultades, sobre los diversos tipos de formación, -los hay-sobre las opciones de titulación, los perfiles de ingreso y de egreso, sobre los avances tecnológicos, la investigación, sobre las asignaturas a distancia y la educación en línea, o sobre las habilidades requeridas para enfrentar la vida profesional de los próximos arquitectos. Titánico pero útil; el intercambio interuniversitario construye una visión amplia de lo que enseñamos en las escuelas y, en consecuencia, sobre lo que será la práctica profesional en el futuro: ¿cuantos arquitectos hay? ¿Cuantos habrá en tal o cual futuro?, ¿habrá trabajo para todos?¿que harán?

Paralelamente, el pasado lunes 7 del presente tuvo lugar el primer desayuno de la vicepresidencia académica (ahora a cargo del Arq. Jorge Alessio Robles Landa) del Colegio de Arquitectos de la Ciudad de México, cuya Presidencia fue ocupada recientemente por el Arq. José Luís Cortés Delgado con indiscutibles credenciales académicas y sobrada trayectoria gremial (José Luis Cortés fue director de la Escuela de Arquitectura de la Universidad Iberoamericana y ha ocupado diversos cargos tanto en el Colegio de Arquitectos de la Ciudad de México como en la Unión Internacional de Arquitectos). Este desayuno mensual se trata de una iniciativa vigente desde el 2006, que reúne a directores y coordinadores de escuelas de arquitectura en un evento que va rotando por las distintas universidades de la zona metropolitana. Curiosamente la dinámica y las tareas entre ASINEA y la Vicepresidencia Académica del Colegio se parecen, aunque con una diferencia sustancial: El Colegio es el vínculo y la articulación del arquitecto con su ámbito laboral. En ese sentido una tarea no poco relevante es el acercamiento que el Colegio promueva entre las escuelas de arquitectura y las autoridades de la ciudad: estudios de caso que destilen concursos de arquitectura que a su vez generen una ciudad más democrática (hablando sobre todo en términos del espacio público).

En ese tenor y acto seguido perpendicularmente, el pasado día 8 tuvo lugar una reunión del grupo “Proyecto Público”, convocada por el Arq. Toño Gallardo en la Casa del Arquitecto de Veracruz 24. Allí el mismo Arq. Cortés reiteró su compromiso y apoyo en la promoción de la Ley del Proyecto Público invitando a los participantes a concluir la redacción de un Manifiesto que habrá de presentarse durante el mes de octubre, o “mes del arquitecto”. Fue particularmente valiosa la contribución del arquitecto español Eduardo Pesquera González (de Pesquera Ulargui Arquitectos), quien nos compartió una perspectiva sumamente rica en conocimiento de concursos públicos. “Lo primero es que el convocante esté convencido, antes que otra cosa, son las instituciones quienes deben estar convencidas de la conveniencia de los concursos”.

Finalmente, a manera de última escala, ayer tuve la oportunidad de participar en una mesa redonda (muy nutrida por cierto) denominada “Diseño Social del Espacio Público” convocada por el Arq. Arturo Aispuro (Ex presidente del Colegio de Arquitectos y Ex secretario de la Secretaría de Desarrollo Urbano y Vivienda) en el contexto de una iniciativa denominada “Café con Pikete” (en le Museo José Luís Cuevas en el Centro Histórico) que se transmite en vivo en las redes sociales y que abona desde la charla reflexiva entre diversidad de personajes, a la construcción de la ciudad y del espacio público.

Si bien hasta aquí un recuento breve de un periplo inédito, léase como una contribución –así lo espero- a la construcción de un mundo más habitable desde otras trincheras de la arquitectura en la Ciudad de México.

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Con Perspectiva 01jul2014 / "Arquitectura y…¿fútbol?"

Resulta difícil resistirse a escribir algo sobre fútbol (y arquitectura) en estos días posteriores a la “sádica” eliminación de nuestra Selección, como dijo Alberto Lati nítidamente en su columna de ayer. ¿Porqué no?, si todo el mundo opina y sabe igual o más que los que estuvieron en la cancha…así es el fútbol y todos opinamos tratando de entender las (sin)razones de la compleja fenomenología…”y de los misterios de nuestro balompié

Aunque la arquitectura no sea un deporte, sí permite analogías con el fútbol sobre todo -yo diría- en cuanto a competitividad y poderío, pasión sin duda. Hay condición física, músculo, alto rendimiento…técnica, equipo, amor por la camiseta….talento y belleza, inspiración inclusive, aún suponiendo que la metáfora se agotaría rápido en tanto que el fútbol es una industria y la arquitectura no (¡pero si ya hemos sido campeones en otras categorías!); veamos, al igual que en fútbol, en arquitectura todo el mundo opina más o menos “científicamente” y allí se termina desmoronando el intento análogo: cuantos goles, cuantos mundiales, cuantos “quintos partidos”, cuantos años, cuantos minutos, a cuantos centímetros del arco, que nivel en la tabla mundial, cuantos jugadores en el extranjero, y tantos más “cuantos” que “cuales”. Cómo arquitecto puedes acumular premios, reconocimientos o simplemente metros cuadrados construidos, pero, aludiendo a Woody Allén -perdonando el salto mortal al cine- que no comparte la idea de que una película sea mejor o peor que otra por recibir un Oscar, en arquitectura sería difícil hablar de un campeón del mundo, ¿o sí?... bueno pues Japón, que es el país con más Premios Pritzker acumulados (6 en total)…

En ese aventurado sentido, indagar sobre la relación que habría entre el grado de desarrollo arquitectónico de un país (medible peligrosa y comprometedoramente en premios Pritzker…) con su nivel de fútbol no arrojará mucha luz en la comprensión del misterio aunque resulte divertida –digamos interesante- la estadística a continuación: Brasil 5 copas y 2 premios (Oscar Niemeyer y Paulo Mendes da Rocha), Italia 4 copias y 2 premios (Aldo Rossi y Renzo Piano), Alemania 3 copas y 1 premio (Gottfried Bhöm), Argentina 2 copas y sin premio todavía (se lo quedaron a deber a Clorindo Testa en mi opinión), Uruguay 2 copias y sin premio todavía (también lo merecía Eladio Dieste sin duda), España 1 copa y 1 premio (Rafael Moneo), Francia 1 copa y 2 premios (Christian de Portzamparc –con un bellísimo edificio recientemente terminado en Brasil, por cierto- y Jean Nouvel) e Inglaterra con 1 copa y 4 premios (James Stirling, Norman Foster, Zaha Hadid –anglo iraní- y Richard Rogers). Por otra parte, al final de esta estadística estaría China –un país que hoy reconocemos como superpotencia debido quizás a su renacimiento económico- tiene un premio Pritzker únicamente, Wang Shu en 2012, y sólo ha jugado una copa del mundo en 2002 quedando en penúltimo lugar de la competición, para confundirnos más.

Independientemente, en la actual copa del mundo hemos notado alguna tendencia homogeneizadora en cuanto a la competencia futbolística ostensible en los resultados a la fecha. Brasil se salva con Chile (país con arquitectura contemporánea de gran nivel), Argentina se va a tiempos extras con Suiza (hasta hoy con 2 premios Pritzker, el de Herzog y de Meurón y el de Peter Zumthor-) y Argelia (aún sin mayores indicadores) atrae el reflector africano haciendo un partido por demás respetable frente a Alemania, por citar sólo algunos de los partidos que he podido ver. La hegemonía de las superpotencias no tiene por qué ser eterna ni en fútbol ni en arquitectura, los asuntos relevantes se localizarán próximamente en los procesos y en las condiciones de las competencias. Ha sonado mucho, por ejemplo, la idea de incorporar tecnología a los partidos de fútbol, y al igual que en arquitectura, no será más que una herramienta para mejorar el desarrollo del deporte o de la disciplina. Hoy por hoy no hay más que seguir en la introspección y en la exploración de lo “subyacente” de nuestro desempeño en las competencias. Así es el fútbol (y la arquitectura!), game-over y a lo que sigue.

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Con Perspectiva 18jun2014 / "Disertaciones sobre el Proyecto Público"

Algunos sucesos recientes reavivan la iniciativa que promueve la ley de proyecto público a través de proyectopublico.org , sobre todo en el ámbito de los concursos. Particularmente, el pasado 22 de mayo se llevó a cabo una mesa de debate bajo el título “Arquitectura y concursos” en el Centro Cultural España dentro del marco de la VIII-BIAU, (octava Bienal Iberoamericana de Arquitectura y Urbanismo) protagonizada por los arquitectos Víctor Álcérreca, Eduardo Cadaval, Antonio Gallardo y Felipe Leal (por orden alfabético). Aquí un reporte

Allí, bajo la premisa introductoria de Cadaval en tanto a que “los concursos no son un problema de arquitectura ni de arquitectos sino de transparencia y de acceso a las oportunidades laborales que ofrece el estado…de democracia”, el debate –que afortunadamente está disponible en youtube- aportó valiosa y no poca sustancia novedosa a la citada iniciativa que busca –en resumen- construir un ámbito laboral más adecuado para la práctica profesional de la arquitectura. Después de la lectura de su provocativo texto, “alguien te quita el trabajo”, cedió la palabra a Víctor Alcérreca quien inició su participación leyendo algo muy bien escogido sobre la política de Finlandia. Como ya es sabido, destaca el alto grado de avance y conciencia que tienen en aquellas latitudes sobre la arquitectura. “…concursar es seguir educando a los arquitectos, al público y al propio gobierno…” ”…los tomadores de decisiones en Finlandia reciben instrucción en arquitectura por parte del Estado, la arquitectura es uno de los aspectos más relevantes de las actividades cívicas… Los concursos son asunto del público...”

Antípodas de México o no, lo que es un hecho todo el tiempo es que el binomio educación–economía resuelve en buena medida grandes problemas de la humanidad…que además de la filosofía o la teología, si se quiere, encuentra en la arquitectura una oportunidad sin precedentes.

Por su parte el Arq. Antonio Gallardo propuso desde la mayéutica el porqué debe haber concursos…o porque no. Su análisis sobre los problemas relacionados a los muy controvertidos concursos en México introduce una circunstancia adicional y cierta: no somos buenos perdedores de concursos…en las redes sociales hacemos pedazos al ganador…y muchas veces sin conocer las bases o la memoria del concurso: Estela de Luz, La Merced, la Bienal de Venecia, o el recientemente ganado pabellón ferial para la Exposición Internacional de Milán 2015, también seriamente criticado en las redes sociales dan cuenta de que no estamos cerca de tener una cultura de organización de concursos de arquitectura…¿porque se sigue haciendo lo que no se debe hacer?…”lo primero que debe existir es voluntad” (totalmente de acuerdo).

La participación de Felipe Leal en ese contexto compensa los puntos de vista de los otros ponentes. Él expone, desde el conocimiento y la experiencia en las diversas posiciones de gobierno que ha ocupado, un panorama muy extenso sobre los concursos; desde los académicos hasta los privados pasando por los públicos abiertos, los públicos cerrados, los públicos y privados por invitación, los Profesionales de Visión que no se construyen, hasta “los secretos”, aludiendo al ya no tan secreto concurso del nuevo aeropuerto para la Ciudad de México. Independientemente de los concursos fallidos que abordó Felipe Leal con cierto grado de detalle también, la ocasión fue propicia para iniciar nuevos encuentros, por parte de un grupo de arquitectos que buscan, desde la diversidad y la suma de más  participaciones, avanzar en la cultura de los concursos en México.

A partir de una esbozo inicial llamado “Manifiesto sobre la gestión democrática de proyectos arquitectónicos y servicios complementarios para la obra pública” preparado recientemente por el Arq. Arturo Ortiz Struck, y con el apoyo del Colegio de Arquitectos de la ciudad de México, ahora presidido por el Arq. José Luis Cortés, este nuevo impulso promete avances significativos en esa dirección.

Las aportaciones recientes sobre la infraestructura que necesitaría el País para que toda la obra pública se concursara, sobre la calidad de obra que deberían garantizar los concursos, o sobre la anhelada trasparencia en los procesos de calificación, -entre muchas otras, ponen un ánimo y tono propicios para acelerar la redacción de una Ley de Proyecto Público y para construir de la voluntad política necesaria para su implementación.

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Con Perspectiva 04jun2014 / "Álvaro Siza – Medalla Antonio Attolini 2013"

El 22 de noviembre del año pasado el arquitecto portugués Álvaro Siza Vieira (Premio Pritzker 1992) recibiría la Medalla Antonio Attolini Lack 2013 por la Universidad Anáhuac México Sur en una gala sin precedentes en la Casa Prieto López del Pedregal -ahora “Casa Pedregal”-, obra del Arq. Luis Barragán (premio Pritzker 1983). La visita de Siza a México, organizada por el Arq. José Luis Álvarez Tinajero de NODE, tuvo que ser cancelada pocos días antes del evento por motivos de salud, desafortunadamente. Independientemente de un posible viaje de Siza a México en el futuro cercano -su estado de salud ha mejorado afortunadamente- llevamos a cabo la entrega personal y directamente en Portugal en un evento que si bien fue íntimo en escala –no podía ser de otra forma- tuvo gran dimensión en tanto su trascendencia y su significado; si algo es comprometedor y gratificante para una escuela de arquitectura es reconocer a las personas que con su ejemplo de vida y de obra inspiran a la formación de sus alumnos, de las futuras generaciones…a saber (ver).

El muy corto viaje (de comitiva mínima integrada por un servidor, el Arq. Álvarez Tinajero, profesor de nuestra Escuela, y en representación de los estudiantes la alumna Gemma Rodríguez Merayo que actualmente cursa un intercambio académico en la Universidad Francisco de Vitoria en Madrid) consistió en una serie de visitas a la obra de Álvaro Siza, incluyendo su taller de arquitectura donde  se hizo la entrega del premio, que culminó en una cena obviamente memorable –llena de croquis y dibujos de Siza- para los que tuvimos la gran oportunidad de estar allí, con él.

En mi privilegiada perspectiva, destacaría –para fundamentar la trascendencia y el significado mencionados arriba- la “atención flotante” que Álvaro Siza prestó al libro de Antonio Attolini que le llevamos acompañado del reconocimiento y de la medalla que el propio Attolini diseñó. Pasando las páginas con mucho(s) detenimiento(s) susurraba continuamente “qué bonito… mmm…qué plantas tan articuladas…qué dibujos…pero cómo no lo conocía…¿entonces el MoMA lo tendrá en su colección? que bien… muy bueno...mmm...mira esto…

El periplo inició en Lisboa –el lunes 19 de mayo-, con el Pabellón de Portugal para la Expo Lisboa 98; un edificio espectacular pero que permanece cerrado. Siza comenta que ha elaborado varias propuestas para reutilizarlo… pero sin éxito. En esa zona ferial de Lisboa destacan el Pabellón del Conocimiento de los Mares, ahora convertido en “Pabellón del Conocimiento - Ciencia Viva” del arquitecto João Luís Carrilho da Graça (extraordinario), la ampliación del acuario por Campos Costa Arquitectos, y la estación ferroviaria de Oriente de Santiago Calatrava, abierta desde 1998 para la Expo, que aunque da cierta impresión de ser un “early Calatrava”, funciona bien y resulta sumamente fotogénica, como toda su obra.

“El Chiado” es un barrio tradicional de Lisboa, parte alta de su centro histórico, que tras un incendio en 1988 fue recuperado de sus ruinas, renovado en sus fachadas vacías y reconstruido durante una década bajo la dirección arquitectónica y urbanística de Siza…un ejemplo infinito de salvaguarda.

Un tren a Oporto –martes- y allí fuimos recibidos por Carlos Castanheira, de Carlos Castanheira Architects (y Castanheria & Bastai Arquitectos), asociado y brazo derecho de Álvaro Siza desde hace algunos años. Con infinita generosidad y sencillez nos mostró (en su taller de arquitectura) los proyectos que desarrolla con Álvaro Siza, mayormente en China, para después ofrecernos una “Ruta Siza” por Oporto: primero el Museu de Serralves con desayuno memorable allí, “en la obra de Siza no eres libre, tu miras a donde él quiere que mires”, la CasaDArquitectura, ya en su natal municipio de Matosinhos al norponiente de Oporto, que contiene el formidable Centro de Documentación Álvaro Siza en lo que fuera la casa de sus padres; el famoso restaurante “Casa de Té Boa Nova” cuya renovación está a punto de concluir (gran privilegio que nos lo mostraran hasta sus entrañas en obra casi terminada); la piscina en la playa de Leça de Palmeira “el no edificio” de los favoritos de Castanheira por fundirse en el paisaje rocoso frente al mar…una exaltación. Un paseo de regreso a Oporto –todo muy cerca en relación a las distancias a las que estamos acostumbrados…- reconociendo obras de Siza y de Soto de Moura, llegamos al edificio de usos mixtos “Boavista”, de siete niveles y cuatro fachadas distintas, para aproximarnos hacia el despacho de Álvaro Siza, deteniéndonos antes por las famosas viviendas sociales  “Bouça” que Siza proyectó con delicadeza y un espíritu de ciudad plural y de espacio público de convivencia. Finalmente llegamos al edificio de oficinas en el que se encuentran los despachos de Siza y Soto de Moura, proyectado por el mismo Siza entre 1993 y 1997, otra maravilla. Allí encontramos a Siza fumando su cigarro Camel y trabajando con un lápiz en la mano.

Gracias a la inmensa hospitalidad de Clara Bastai, todavía el miércoles por la mañana, antes de iniciar el viaje de regreso a México por la tarde, vistamos la Iglesia de Santa María en Marco de Canaveses y la fantástica Escuela de Arquitectura de Oporto en su totalidad…algo así cómo el postre y la grappa con la que sellamos el breve sueño de reconocer a nuestros grandes maestros. Cualquier agradecimiento por la oportunidad y por todas las atenciones recibidas en esta fugaz experiencia siempre será insuficiente, resulta impagable, aún así lo intento a través de estas líneas.

JVdM

Con Perspectiva 21may14 / "De vicios ocultos (segunda parte)"

Calificar al proyecto arquitectónico ejecutivo como "válvula de escape", suele aludir al lugar común de descalificarlo como excusa recurrente para justificar la incompetencia, la falta de capacidad, o simplemente el desconocimiento del proyecto por parte de algunos constructores: "es que el proyecto no especifica, viene con incongruencias". Pasa todo el tiempo para disculpar retrasos, más bien. Hablando desde la experiencia propia en algunas obras públicas de arquitectura, el proyecto ejecutivo se desarrolla, se entrega, después tarda algún tiempo considerable en "darse por recibido", e inmediatamente se concursa su ejecución previa convocatoria, a veces con algunas juntas de aclaraciones, y la constructora equis gana el concurso. Pero ¿cómo?, muchas veces con presupuestos realizados a partir del catálogo de conceptos que los proyectistas integramos, muy -pero muy- resumidamente...En realidad cada caso es muy diferente; la experiencia que adquirimos se antoja tan inútil como explicar los contratos que firmamos para poder realizar nuestro trabajo en el "anexo a" que describe los tiempos, alcances y productos de nuestros servicios profesionales. Las constructoras no siempre inician las obras conociendo el proyecto al detalle...los procesos de adjudicación de obras también tienen sus oscuros asegunes, suele pasar eso de que entregamos cientos de planos y "ni los vieron", solo revisaron algunos conceptos del catálogo y de los planos estructurales, que son los favoritos de las constructoras a pesar de la imprescindible leyenda: "Los planos arquitectónicos mandan sobre los estructurales". Así, cada quien desarrolla su forma de "transitar de los trabajos de gabinete a los de campo" con infinidad de aduanas, variables según el caso de la dependencia...y con todo - casi siempre bajo el yugo de la fecha de entrega- cumplimos, y nuestros proyectos construidos por constructoras equis han quedado razonablemente bien terminados, a saber de los "vicios ocultos". ¿Pues cómo? Evidentemente se trata de una especie de habilidad profesional que acabamos por desarrollar a partir de la inexistencia de normas que protejan nuestros intereses "arquitectónicos" en cuanto a la calidad. El arquitecto debe ser conciliador, más le vale.

Cuando la escala es mayor las empresas supervisoras o coordinadoras de proyectos juegan un papel fundamental en la interlocución del proyecto y la obra, pero ¿qué significa ejecutar o construir un proyecto arquitectónico o urbano?

Habría que ir más allá de la coordinación y contratación ordenada de todos los trabajos, oficios, especialidades y subcontratos que intervienen en el proceso de construcción u obra: albañilerías, carpinterías, herrerías, instalaciones, etc.

Es una pregunta que resulta esencial: una cosa es de qué estará hecho, y otra es cómo se hará, y ambas respuestas deberían estar en el proyecto ejecutivo, aunque el cómo se hace siempre se cuestiona de acuerdo a las facultades del constructor o ejecutante: "qué tal si esto mejor lo hacemos así..." Muchas veces, cuando no es tan relevante para nuestro proyecto preferimos adoptar criterios del constructor...y  qué tal si lo hacemos asado!

Hasta aquí esta parte de la reflexión, seguramente incompleta, que podría aproximarnos hacia más sustancia para una Ley de Proyecto Público sólo en su etapa de proyecto ejecutivo, claro, amén de que las distintas etapas del desarrollo de un proyecto -descritas en los aranceles del Colegio de Arquitectos- deberían  revisarse también en ese sentido: Recuerdo una entrevista al arquitecto neoyorquino Peter Eissenman que al ser cuestionado sobre su proyecto para la Ciudad de la Cultura de Galicia argumentaba que su despacho estaba a cargo del "Proyecto Definitivo", y que su redacción para hacerlo "ejecutivo" estaba a cargo de otro despacho local que conciliaba con las empresas constructoras, muy interesante...  

Las obras están determinadas siempre por las variables tiempo, dinero y calidad, y en mi percepción la mayoría de los arquitectos seguimos colocando “calidad” en el vértice superior del triángulo formado por esas variables, me incluyo. “Solo hay una forma de construir: bien”, decía el Arq. Antonio Attolini Lack, a quien recordamos siempre por la calidad constructiva de su arquitectura; él construyó prácticamente la totalidad de su obra que fue "no pública" mayormente (creo que a excepción del edificio de la AMA), y su afirmación animaría a cuestionarse cómo podríamos aspirar a tal calidad en nuestra obra pública. En principio asumiendo que el término "calidad" no tiene porqué ser un  lujo inalcanzable, sino una obligación compartida por todas las partes involucradas en los procesos de construcción.

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